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El período de crisis, que abarca los años 1979 a 1985, es recordado por la marcada inestabilidad de los precios y del tipo de cambio. Los signos críticos se profundizaron en el año de 1982, cuando el PIB registró una contracción del 3.5% revirtiéndose la tendencia positiva histórica. Esta situación se prolongó, aunque en menor grado, hasta el año 1985. Los efectos se hicieron evidentes en el incremento del desempleo, el deterioro del ingreso per.-cápita y el galopante incremento de precios como consecuencia de la inflación. Tal comportamiento de la economía estuvo muy vinculado a la coyuntura internacional, ya que la recesión económica mundial y la crisis del Mercado Común Centroamericano, incidieron en el debilitamiento de las exportaciones, con sus consecuentes efectos sobre la balanza de pagos y las reservas internacionales. Además, el resurgimiento de los conflictos armados como producto de
Las tensiones políticas y sociales de la región, propició la fuga de capital, desestimulando la inversión.
El período de retorno a la estabilización y búsqueda de la reactivación económica, se extiende desde finales de 1985 a 1995. Con el apoyo político propio del proceso democrático que vive el país y que cambia a partir de 1986, Guatemala inicia una etapa de estabilización económica, enmarcada en la corrección de los desequilibrios macroeconómicos y financieros. Se logró un crecimiento sostenido del PIB desde 0.1% en 1986, a una tasa de alrededor de 3.5% para el resto de años del período.
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